Los suaves calentitos
Erase
una vez un país lejano en el que habitaba un hada buena que era famosa
por repartir Suaves Calentitos. Los suaves calentitos era una materia
parecida a una pluma suave, blanca y frágil, que al contacto con el
cuerpo humano se deshacía como suave escarcha y proporcionaba un placer
similar al de un buen masaje hecho por mano experta. Tan bueno y
agradable era el sentimiento que la gente se repartía unos a otros
suaves calentitos sin ningún tipo de resistencias y temor. Sin pedirlo
recibían cada día una o más raciones de suaves calentitos de mano de
otros conciudadanos y, a su vez, otorgaban generosos raciones de la
misma materia. Pero la bruja mala, viendo que se les escapaban las almas
de los habitantes del país, empezó a repartir una sustancia algo
parecida en forma, pero abiertamente diferente en efectos, llamada Fríos
Picantes. Los fríos picantes eran mucho más grises, pegajosos repelente
que los suaves calentitos y cuando se deshacían encima de las personas
era como si una pequeña descarga eléctrica te hubiera alcanzado. El
mismo efecto que el agua fría en la ducha cuando esperas que salga
caliente. Lo peor del caso es que la gente se empezó a acostumbrar tanto
a darse y repartirse los fríos picantes que se olvidaron de darse
suaves calentitos. Como se sabe estas cosas se ponen de moda y, aunque
todavía se encontraban ciudadanos que daban suaves calentitos a los
demás, al final recibían tantos fríos picantes que abandonan su conducta
anterior y tomaban los nuevos hábitos. ¿Todos? No, todos no. Los niños
no habían abandonado los suaves calentitos y seguían dándoselos unos a
otros con la misma generosidad que antes. Y el hada buena centró sus
esfuerzos en ellos para que no se malograra la humanidad. Pero la bruja
convenció a los mayores que si el hada les daba suaves calentitos a los
niños era por algo negativo ya que ¿Por qué si no daba algo bueno sin
pedir nada a cambio? Los padres tuvieron miedo, apresaron al hada y la
llevaron ante el juez. Este es el juicio y usted forma parte del
tribunal. Ahora le corresponde decidir si quiere que se salve el hada
con los suaves calentitos o vivir para siempre con los fríos picantes. (Coaching: cuando el líder hace hacer. David Cuadrado)
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